jueves, 21 de noviembre de 2013

¡YA ESTÁN AQUII..!


 Si amiguitos. Así es y no hay nada que podamos hacer para evitarlo. ¡Ya están aquii..!  (pronúnciese con la música y la vocecita de la niña de Poltergeist). Las fiestas del despilfarro sin mesura, del consumo indiscriminado y de la hipocresía y la empalagosidad generalizadas. Las Navidades.
 Como cada año el Corte Inglés (que se frota las manos mientras le gotea la baba) y el anuncio de la Lotería, dan el pistoletazo de salida y, a partir de ahora, ya podemos prepararnos para  una sobredosis de almíbar y buenos sentimientos, para que los que se dedican el resto del año a hacernos la Pascua pretendan ahora felicitárnosla y para el bombardeo masivo de anuncios de perfumes, que bordean el viaje lisérgico, y de juguetes para niños que, saltándose cualquier noción de ética, bordean la manipulación y el abuso infantil.
 Siempre he mantenido con la publicidad una relación de amor/odio. Por un lado me atrae la innegable imaginación y creatividad de algunos anuncios, pero, por otro, la veo como la mejor arma de la Sociedad de Consumo para convertirnos en la masa de borregos  zampapanes sin criterio que ésta precisa para su buena marcha, tarea que realiza, generalmente, apelando a lo peor del ser humano. La avaricia, la ambición, el egoísmo, la envidia.., son sentimientos a los que suele recurrir la publicidad para vendernos sus productos. Ahora mismo está en antena un anuncio de una golosina que afirma, alineándose con Maquiavelo, que “el fin justifica los medios”, mientras nos muestra a personas de diversa edad y condición recurriendo a “simpáticas” trampas y subterfugios para quedarse con la última chuche y quitársela a otro que estaba antes. Tan deplorable ejemplo de conducta, cercano a la sociopatía, se nos presenta como algo normal y hasta gracioso y, para mayor Inri, el anuncio va dirigido, en gran parte, al público infantil.
 Y esto es algo que ya me parece que traspasa todos los límites de lo aceptable. Por que una cosa es dirigir los mensajes a un público adulto, al que se supone (aunque, a veces, sea mucho suponer) con discernimiento y criterio y otra muy distinta es hacerlo a los niños. Quiero decir que un individuo adulto y formado sabe (o debería saber) que, por mucho Jacq's que se eche por encima, ninguna rubia de exuberantes protuberancias mamarias va a venir a enseñárselas bajándose la cremallera. Pero los niños es otro asunto. Un niño puede llegar a creerse (y, de hecho, lo hacen) que con el avioncito del anuncio va a volar de verdad. Por eso siempre he pensado que la publicidad dirigida a los niños debería estar prohibida. Mas aun cuando, como es el caso de los anuncios navideños, los que le van a regalar el avioncito no son sus padres, sino unos Magos con poderes sobrenaturales. Y de nada sirve el manido recurso de explicarles que hay muchos niños y que los Reyes o Papa Noel no pueden traer todo a todos, porque cuando el niño vea que a él, en lugar de la X-Box y el coche tele-dirigido, solo le han traído un camión de plástico, mientras que a su amigo del “cole”, ademas de estas dos cosas, le han dejado una moto que anda de verdad, ¿que puede pensar?, ¿que ha sido mas malo que su amiguito?, ¿o que, hasta para los Reyes Magos, hay niños de clase A y de clase B?.
 Dicen que la Navidad es, sobre todo, una fiesta para los niños, pero si a lo antes dicho le añadimos que la ilusión de los Reyes dura, como mucho, hasta los siete u ocho años, mientras que la desilusión de enterarse de que es mentira y que la Magia no existe ya es para toda la vida, me parece a mi que, mas bien, son los mas perjudicados.
 Y algo parecido debe pensar, estoy convencido, el autor del espeluznante anuncio de la Lotería de este año. Por que la única explicación que se me ocurre  para esas imágenes de la Caballé con rostro vesánico, o ese Raphael de sonrisa calavérica (es pastao al Guardián de la Cripta con fundas dentales y pelucón), es que su autor sea un quintacolumnista que lo que pretende, en realidad, es cargarse la Navidad por el ya clásico procedimiento de meterle miedo a los niños. Y, a fe miá, que lo ha conseguido, por que el anuncio da mas miedo que Jack Skelleton y el Grinch juntos.
 En cualquier caso, cuando llegan estas fechas, me alegro un montón de no haber tenido hijos. Ademas de todo lo arriba mencionado por que me ahorro tener que explicarles que, lo mismo que no celebramos el Ramadán o el Hannukah, por que no somos musulmanes ni judíos, no tenemos por que celebrar la Navidad si no somos cristianos.

 Salud y saludos

 Pelota Productions

 P.D. Esta semana se cumplen dos añitos  del gobierno de Marianico el Plasma (aka El Señor de los Hilillos). Pelota Productions no podía dejar pasar tan fausto acontecimiento y os ofrece, como suele ser habitual en rigurosa exclusiva, la imagen del momento en que Rajoy, en atuendo informal, despojado de la pompa y la etiqueta de su cargo, se dispone a poner dos velas (negras) en la enorme tarta que, desde que sacaron la mayoría absoluta, es para ellos España.