¡Hola
amiguitos!
Hace
no mucho había un anuncio de cierta marca de yogur, de las de toda
la vida, en el cual promocionaban una nueva variedad diciendo algo
así como que era “como los de antes”. Recuerdo que lo escuché
varias veces antes de caer en la cuenta de que, al afirmar que la
nueva
variedad era mejor, por que era como los
de antes,
¡estaban reconociendo que los yogures normales
que venden hoy son peores
que los que vendían antes!.
Pues,
el otro día, me volvió a pasar algo parecido. Había leído un
artículo en el que se hablaba del “auge de la Economía Financiera
frente a la Economía Productiva”. Y, esta vez, tuvieron que pasar
varias horas, después de haberlo leído, para que se encendiera la
lucecita y cayera en la cuenta: al contraponer
la economía financiera
y la productiva
¡estaban reconociendo, implícitamente, que la economía financiera
no produce nada!.
Imagino
que habrá quien piense: ¡pues vaya lumbrera!, ¡a estas alturas
acaba de descubrir la pólvora!. Por que se trata de algo que todos
sabemos, igual que sabemos que los yogures de ahora no son como los
de antes o que las galletas rellenas de chocolate traen menos, y
peor, chocolate que antes. Pero es que mi estupor no proviene de
enterarme de algo que es obvio, sino del hecho de que se
reconozca públicamente,
aunque sea por un lapsus
linguae
o por un despiste de los publicistas.
Por
que hay muchas cosas que, aunque todo el mundo las sepa (o, al menos,
todos los que tienen dos dedos de frente y los usan), jamás se
reconocerán públicamente, y mucho menos por los responsables o los
beneficiarios del asunto en cuestión. Principalmente por que así se
puede seguir actuando con total normalidad como si no fueran verdad
(¿os he hablado alguna vez del doblepensar?). Acordaos, por ejemplo
de la (im)famosa burbuja inmobiliaria. Aunque cualquiera con un
coeficiente intelectual por encima del del ministro Wert (o, para el
caso, de una berenjena) era consciente de su existencia, las
autoridades, tanto políticas como económicas, del PP o del PSOE, la
negaron tajantemente y todo el mundo trató de seguir sacando tajada
hasta que les explotó en las narices.
Pero,
volviendo al tema del día, la Economía : a nadie que no lleve
mechas en el pelo o no sea futbolista o algo así se le puede escapar
que todo el tinglado financiero no produce absolutamente ningún
beneficio
para la sociedad en general, solo para los integrantes de tan selecto
club. Que la Bolsa y los Mercados, tal y como funcionan hoy, no son
mas que una especie de casino que se inventaron los banqueros
filibusteros del siglo XIX para quedarse con los ahorros de la
incipiente clase media trabajadora y en el que, como en todos los
casinos, siempre acaba ganando la Banca. Y, sobre todo, que es falso
que la buena marcha de todo este circo implique o redunde en la
prosperidad de los ciudadanos, como lo demuestra el hecho de que
países como India o China estén entre las primeras economías del
mundo mientras que sus habitantes están entre los que peor viven.
Y
sin embargo seguimos actuando como si los Mercados fueran algo tan
evidente e inevitable como el Sol y la Luna y las leyes que los rigen
tan insoslayables como la Ley de la Gravedad, aceptando que se
sacrifiquen en sus altares nuestra prosperidad y la de nuestros
descendientes. Y, al igual que utilizamos la palabra Democracia como
si significara “gobierno del pueblo” cuando en realidad significa
“sistema en el que cada cuatro años se nos permite elegir entre
dos (y solo dos) opciones de gobierno”, utilizamos la palabra
Economía como si significara “administración de la casa” (y su
objetivo fuera, por tanto, la satisfacción de las necesidades
humanas) cuando en realidad significa “sistema para que los que
tienen dinero ganen mas dinero sin necesidad de ofrecer a la sociedad
ningún beneficio”. En resumen, fingiendo hablar de economía
productiva cuando en realidad hablamos de economía financiera.
Y
así nos va.
Salud
y saludos
Pelota
Productions
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