jueves, 26 de septiembre de 2013

SI NO LO DIGO REVIENTO


¡Hola amiguitos!
Mas de una vez me he preguntado como es posible que la religión, algo que, en teoría, trata de Amor y Espiritualidad y que, a nivel individual, puede llegar a producir personas excepcionalmente buenas y dulces (verdaderos santos), pueda ser, a la vez, la causa de que se cometan, a nivel social, los mayores disparates y atrocidades.
Parece claro que en todos los seres humanos, en cualquier tiempo y lugar, existe un anhelo por encontrar una explicación que le de sentido al Mundo y a nuestro breve paso por él. Aquello de ¿quiénes somos? ¿de dónde venimos? ¿adónde vamos?. Y, en este sentido, la existencia de una divinidad, no solo creadora sino poseedora, además, de un plan universal, parece dar respuesta a todas las preguntas. No es necesario que entendamos el proceso de creación, ni que conozcamos el plan o los objetivos de este. De hecho reconocemos que quedan muy lejos de nuestro entendimiento. Pero el simple hecho de que existan, y de que estén elaborados por un ser perfecto y, por tanto, fuera de toda duda y sospecha, resulta sumamente tranquilizador. Y mas aun si le añadimos la creencia en otra vida después de esta y, por ende, de una segunda oportunidad. Si no aceptamos estas hipótesis no solo acabaremos llegando a la misma conclusión (que no sabemos nada y que, dadas nuestras limitaciones, nunca llegaremos a saberlo todo), sino que, además, tendremos que enfrentarnos, completamente solos, a la (elevada) posibilidad de que no exista ninguna respuesta, o de que existan tantas respuestas como individuos, y a la responsabilidad de darle, por nosotros mismos, nuestro propio sentido a nuestra propia vida. Y encima sabiendo que, si nos equivocamos, habremos desperdiciado la única y preciosa oportunidad que vamos a tener.
Es verdad que esta mera posibilidad puede provocar a mas de uno una especie de “vértigo cósmico” y entiendo, perfectamente, que haya tanta gente que se refugie en la seguridad de una divinidad perfecta y omnipotente. No obstante, personalmente, considero esta postura similar a la de un niño que, negándose a crecer, prefiere seguir dejando las responsabilidades y las decisiones en manos de sus padres. Y creo también que, aunque pueda parecer un arreglo fácil y cómodo, a la larga acabará por pasarnos factura y será peor el remedio que la enfermedad. Por que, por un lado, nos va a impedir seguir creciendo y desarrollándonos como individuos únicos y adultos, y por otro... la existencia de un ser supremo y de una vida después de ésta puede que fuera algo asumible por el hombre prehistórico o por el campesino medieval que había vuelto a creer que la Tierra era plana y el Sol giraba a su alrededor, pero para el hombre “civilizado” del siglo XXI se trata de algo que va en contra de todo lo que vemos y sabemos. Estoy seguro de que, incluso los creyentes mas convencidos, y aunque sea en un rincón de su mente tan recóndito que no sean conscientes de el, no acaban de creérselo del todo (la prueba de ello es que, quitando algunos místicos excelsos como Santa Teresa, que moría por que no moría, nadie quiere morirse y todos nos aferramos a esta vida como si no hubiera otra). Y esto no puede por menos que provocar frustración, insatisfacción y resquemor. (Sobre este tema os recomiendo encarecidamente la lectura del Tratado de ateología del filosofo Michel Onfray, donde postula el ateísmo, entre otras cosas, como medio para alcanzar una buena salud mental)
En cualquier caso, mientras se trate de una cuestión personal, y precisamente por serlo, todas las opciones me parecen absolutamente respetables e inobjetables. El problema empieza cuando la religiosidad trasciende el ámbito personal y entra en el ámbito social. Cuando pasa de ser una relación entre cada persona y la divinidad a convertirse en una religión organizada con sus dogmas y sus ritos. Por que es muy fácil que individuos sin escrúpulos la utilicen para justificar sus tropelías, desde un faraón divino hasta un caudillo por la gracia de dios. Por que es muy fácil aprovecharse de las debilidades y los miedos inherentes a la condición humana para, aduciendo que es la palabra de dios y bajo la amenaza del eterno castigo, hacer que las personas cometan estupideces y barbaridades. Y por que es muy fácil utilizarla para inculcarnos el miedo y el odio al ”otro” y, en definitiva, para dividirnos y vencernos.
Y si alguien piensa que divago o exagero: ¿en que cabeza puede caber que, si existiera una divinidad omnisciente, un ser perfecto y todopoderoso, le iba a dar importancia a nimiedades y ridiculeces como llevar tal o cual vestimenta o tocado, o el pelo corto o largo en tal o cual parte del cuerpo, o a comer o no según que cosas en según que días de la semana, o, ya puestos, a que disfrutemos alegremente (sin violencia ni coacciones, entre adultos y de común acuerdo, por supuesto) de los placeres que puedan proporcionarnos los sentidos de que la propia divinidad nos habría dotado?. Pues por cuestiones como estas hoy en día hay gente que mata y muere. Y se sigue fomentando el odio y la discordia. Y estas cosas sabemos como empiezan, y, por desgracia, sabemos muy bien como pueden acabar.
Por eso me preocupa y me disgusta el ver como, mientras la espiritualidad y la ética cada vez le importan menos a cada vez menos gente, la religión, en cambio, esta en auge. Y me horroriza ver como las rancias y opresivas religiones “del libro”, monoteístas y masculinas, que costaron al mundo occidental un retraso y una vuelta atrás de mas de mil años y que han provocado mas muertes que todas las demás religiones juntas, vuelven a alzar sus altivas fauces.
Si no lo digo reviento.

Salud y saludos 

Pelota Productions




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